NOGALES, Sonora.- Sus ilusiones y aspiraciones desaparecieron de tajo. Hoy sólo quiere retornar a su País, aunque con mucha pena por sentir que regresa derrotado a donde lo espera una hija de 6 años y su esposa. Ahí viven en la misma casa junto a 15 familiares más, incluyendo sus padres.
Gastó todo lo que pudo juntar para buscar una mejor calidad de vida para ellos. Sus demás familiares lo ayudaron para cumplir el sueño que se frustró y eso también lo acongoja, ya que fue deportado en su intento de ingresar a Estados Unidos, por la región de Altar.
Se mece los cabellos. Tiene los ojos llorosos. Se le nota triste, tenso y desorientado. Se encuentra deportado en la ciudad de Nogales, donde agentes del Grupo Beta lo canalizaron a recibir atención médica y lo instalaron provisionalmente en un albergue.
Geovany Alexander Arregayaga Galán, de 25 años de edad, tras lastimarse un tobillo no pudo caminar con mayor rapidez y fue abandonado a su suerte, en pleno desierto de Altar, por el hombre que lo guiaba hacia Estados Unidos. Casi moría de frío, sed y quemado. Había caminado tres días.
Nativo de Santa Ana, provincia situada al Oeste de El Salvador, narró que casi muere de hipotermia y sed, pero el llevar una carterita de cerillas le salvó la vida porque pudo encender una fogata y agotado se quedó dormido junto a ella. Sufrió quemaduras en uno de sus brazos antes de despertar aterrado en medio de la soledad.
Manifestó que imploraba con todo su ser que “la migra” lo agarrara para conseguir abrigo, agua y que le atendieran la quemadura, así como el tobillo inflamado por dislocación. Ahora ya no le importa “el sueño americano”, solamente quiere regresar a su tierra.
Me siento muy mal por regresar derrotado y me da vergüenza por mi familia que entre todos juntaron más de mil 500 dólares para que me viniera para acá, pero ahorita no tengo nada ya que el guía se quedó con todo. Sólo quiero estar con mi familia y nunca regresar para acá”, dijo acongojado y lloroso.
LO ESPERAN DEUDAS
Agregó Geovany Alexander que no sabe qué hará cuando regrese por las deudas que adquirió junto a su familia toda vez que vive en extrema pobreza y necesidad.
Eso me da mucha tristeza, pero afortunadamente estoy vivo, yo creí que iba a morir solo en el desierto, tenía mucho miedo también, yo quería entregarme a la migra, pero no había nadie. No sabía dónde estaba.
“Lo bueno que al final me encontraron, ya casi no podía moverme por el dolor del tobillo y la quemada y tenía mucho frío, además que se me acabó el agua desde un día antes que me agarraran”, relató Geovany entre otras cosas que le pasaron en su viacrucis que duró más de 15 días.
Lea el artículo completo aquí.