En el año 2009, el filósofo y politólogo ruso Alexander Dugin escribió su polémico libro La cuarta teoría política. La tesis central de este trabajo sostiene que, después de las tres grandes ideologías políticas que dominaron o influenciaron el mundo en el siglo XX —liberalismo, fascismo y comunismo—, surgiría una nueva teoría de las relaciones políticas internacionales que desafiaría el orden unipolar establecido por Estados Unidos y sus aliados occidentales a partir de 1991. En su momento, tal afirmación parecía más una declaración de intenciones más que un análisis serio del orden global entre países. Sin embargo, en años recientes, la discusión sobre un orden internacional multipolar ha cobrado cada vez más fuerza en los debates sobre geopolítica.
La idea de un orden multipolar se sustenta en el hecho de que países como Rusia no han dejado de anexionar territorios desde 2008. Con la guerra en Georgia, Rusia tomó los territorios separatistas georgianos de Abjasia y Osetia del Sur; en 2014, anexó la península de Crimea en Ucrania, y desde 2022, ha intentado tomar (ya casi en su totalidad) las regiones de Lugansk y el Donbass, también en Ucrania.
En este sentido, el peso de China en el comercio y la economía internacional no ha dejado de crecer: de 195 países con reconocimiento político en el mundo, 128 tienen como principal socio comercial al gigante asiático, mientras que solo 57 lo tienen a Estados Unidos, es decir, China duplica su presencia en los mercados internacionales sobre su principal adversario.
Además, debe señalarse que las economías de la zona euro crecen en promedio un 0.7 % de su PIB, mientras que las economías del sudeste asiático crecen al 3.9 %, es decir, casi cinco veces más rápido.
Los BRICS, a pesar de ser una alianza extraña que solo tiene en común su sentimiento antiestadounidense, han comenzado a desafiar la hegemonía del dólar en los flujos comerciales internacionales al realizar transacciones económicas en monedas nacionales y al intentar crear su propio sistema de pagos, en contraposición al sistema SWIFT.
El debilitamiento del mundo occidental se hace más evidente cuando cada vez más países de Europa o políticos de alto mando en Estados Unidos dudan o retiran su apoyo militar o económico a países como Ucrania y, más recientemente, a Israel.
En este último caso, el sentimiento anti-Israel ha aumentado considerablemente, dando cabida en Occidente a narrativas radicales del islam, aceptadas bajo el manto de ser los “más oprimidos” en el contexto internacional, sin tomar en cuenta la relevancia tecnológica que posee Israel para mantener ventajas competitivas sobre las empresas asiáticas.
El mundo occidental pierde influencia en prácticamente todos los campos: económico, político, militar y tecnológico, lo que abre la posibilidad de vivir en un mundo multipolar, donde no exista una hegemonía a seguir.
La actual coyuntura nos lleva a plantear cuál será la posición de México como país en un escenario internacional cada vez más complicado. Siguiendo esta ruta, la presidente informó durante su toma de posesión que apoyará la integración con América del Norte.
El problema radica en que no logró la presencia del presidente Joe Biden ni la del primer ministro canadiense Justin Trudeau, debido a la innecesaria invitación de Vladimir Putin o su excesivo acercamiento a las tiranías regionales de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Por otra parte, la pelea con el Rey de España complica la posibilidad de una alianza comercial, política e incluso civilizatoria entre todos los países que hablan español, la llamada Hispanidad, o la creación de un espacio conocido como Iberofonía, que incluiría a los países de habla portuguesa.
Mientras tanto, un acercamiento a los BRICS se ve complicado, debido a que Brasil nos ve como un competidor regional natural, no desea la participación de México en el bloque.
En conclusión, México corre el riesgo de quedar aislado del mundo en pleno reordenamiento internacional. La política exterior mexicana ha sido lamentable, al punto de que el país parece no dirigirse a ningún lado.
Por razones evidentes, en un mundo multipolar lo más conveniente es permanecer integrados a Estados Unidos. A pesar del ascenso de China, la nación americana seguirá teniendo una relevancia enorme durante las próximas décadas.
Además, en nuestro vecino del norte ya existen 54 millones de personas que hablan español, y estas dos culturas están cada vez más homologadas. El problema es que la relación con los estadounidenses se encuentra bastante deteriorada.
Miguel Ángel Grijalva Villa, egresado del programa de la promoción VIII de doctorado en ciencias sociales, 2020-2023. Línea Nuevas Movilidades: Migración y Ecosistemas de Innovación Transfronterizos de El Colegio de Sonora.
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