El aspartame es un edulcorante químico utilizado desde la década de los 80 como alternativa al azúcar refinado.
Su consumo excesivo ha sido asociado a problemas de salud como daños cardiovasculares, trastornos digestivos y sobrepeso. Estudios han relacionado los edulcorantes artificiales con posibles riesgos de cáncer, aunque es difícil determinar las cantidades que se ingieren debido a su presencia en muchos alimentos comunes. La OMS y la EFSA regulan su consumo para evitar sobrepasar las dosis máximas diarias recomendadas.
El aspartame se encuentra en productos “light”, sin azúcar, chicles, refrescos, yogures y otros. Se identifica en etiquetas con el código E 951. Se recomienda optar por endulzantes naturales como la estevia, miel pura de abeja, sirope de arce, entre otros, para reducir el consumo de azúcar refinado.
Aunque la mayoría de las personas consumen cantidades inferiores al límite seguro, se aconseja a los consumidores habituales reducir su uso.
A pesar de las críticas, el aspartame sigue siendo el endulzante bajo en calorías más utilizado en la actualidad. La OMS establece que la dosis segura es de 40 mg por kg de peso corporal al día. Además, la OMS ha afirmado previamente que las bebidas con endulzantes artificiales no ayudan a perder peso.