El accidente aéreo del vuelo 7C 2216 de Jeju Air en el aeropuerto de Muan, Corea del Sur, dejó 179 muertos y solo dos sobrevivientes. Este desastre, el peor en casi 30 años para el país, ocurrió cuando el avión, un Boeing 737-800, no logró desplegar su tren de aterrizaje y se estrelló poco después de intentar aterrizar. Las autoridades investigan un posible impacto con aves como causa preliminar del accidente.
En el aeropuerto de Muan, las familias de las víctimas vivieron momentos de dolor e incertidumbre mientras se identificaban a 141 personas mediante pruebas de ADN. Los nombres fueron anunciados en una ceremonia donde se escuchaban rezos, sollozos y reclamos a los funcionarios. Se instalaron tiendas y altares conmemorativos para los familiares que esperaban respuestas.
El presidente interino de Corea del Sur, Choi Sang-mok, declaró siete días de luto nacional y ordenó una revisión exhaustiva de todos los aviones Boeing 737-800 operativos en el país. Además, más de 700 efectivos de la policía, ejército y guardia costera han sido movilizados para asistir en el lugar del accidente.
Dos cajas negras fueron recuperadas, pero presentan daños significativos, lo que complicará la extracción de datos. Equipos de investigación de Corea del Sur, junto con expertos de Estados Unidos, Boeing y la FAA, trabajan para esclarecer lo ocurrido. Según reportes, el piloto intentó seguir instrucciones de la torre de control antes del accidente, pero no pudo evitar la tragedia.
Entre las víctimas se encuentran dos ciudadanos tailandeses, mientras que el resto eran surcoreanos. Historias desgarradoras, como las de padres que perdieron a sus hijos, reflejan el impacto humano de la tragedia. Las familias recordaron a sus seres queridos en altares improvisados en el aeropuerto y pidieron que se haga justicia y se esclarezcan los hechos.