El mensaje decía: “debes ser bestialmente puntual”. Después, un mensaje de voz que decía: “Querida bestia, gracias por tu tiempo y presencia, lo realmente sublime del Bestiario es nuestra Sesión Lúcida, este lazo sin tiempo que transcurre como un pez celeste abierto para soñar. Con todo nuestro amor: Las bestias y Moira, directora de Teatro Lúcido”.
Llegamos puntuales. Afuera de una casona porfiriana ubicada en la colonia Santa María la Ribera, al norte de la Ciudad de México, que en su tiempo fue un viejo monasterio, se encontraban formadas las “bestias” (asistentes), algunas con máscaras de su animal favorito, otras con atuendos como extraídos de un cuento de hadas, una de ellas con un antifaz negro, dice: “Llevo toda la semana esperando este momento, no quise comprar una máscara, la quise hacer yo misma porque quería que esto fuera parte de mí”.
En el interior se escuchaban escalofriantes aullidos. Para los que acudíamos por primera vez el sentimiento era de miedo y a la vez de emoción por descubrir algo verdaderamente sorprendente. Para otros, la impresión era como estar dentro de la escena principal de una película de Fellini.
Cada uno debía seguir las instrucciones del juego. Primero, para tener acceso se debía decir una frase que previamente se le había hecho llegar. “Vomité un conejito verde”. Se nos entregó un huevo, según, “con un conejo a punto de nacer”.
La segunda misión, ya dentro del teatro, era preguntar a cuantas “bestias” pudiéramos, si habían visto otro conejo igual al nuestro. Sólo debían de ser tres, y al encontrarlos, a cada uno debíamos decirle una frase del texto Carta a una señorita en París, de Julio Cortázar. Luego comenzó la magia con una puesta en escena basada en la obra del autor argentino, y después una fiesta sin límites hasta el amanecer.
“Al Bestiario yo le llamo una bestia de tres cabezas porque consta de las siguientes partes: Sesión Lúcida, que es abrir un espacio de interacción entre desconocidos a través del lenguaje de la poesía, el teatro y los sueños, y también juega la carta de la psicomagia. Es una puesta en escena de realismo mágico inspirada en el texto homólogo de Cortázar, una fiesta de máscaras hasta el amanecer.
“Hay 80 desconocidos en la casa a quienes se les encargó una misión previa (por ejemplo buscar a otra con un huevo) y así 80 acciones. Para nosotros es un embate ante la era digital, tener unos vínculos humanos sin pantallas, conocer gente de una forma que nunca pensaste y en vez de decirle ‘hola mucho gusto’, tal vez tengas que buscar a una persona que huela acacias como parte de tu misión. Parte de nuestra postura es la reivindicación de las letras latinoamericanas, por eso es que por toda la casa se esparce la narrativa de América Latina en este juego.
“La parte de la psicomagia es cuando algunas personas, dependiendo de su boleto, les preguntamos cuál es su pasión, su obsesión, o su miedo y a partir de esas preguntas, les diseñamos un acto poético, esto tiene unos resultados milagrosos para conectar con otras personas y por eso regresan”, dice Moira, directora de Teatro Lúcido.
Taller de iniciación para no actores
La tercera cabeza, según Moira, es el taller. “Un espacio para que oficinistas y gente en busca de inspiración liberen su máxima energía creativa, venzan el pánico escénico o el bloqueo de emociones a través de herramientas y juegos teatrales. He visto a quienes esta dinámica la intercambian por sus citas al psicólogo, renuncian a algún trabajo que odiaban, o incluso, hasta rompen algún compromiso matrimonial no deseado”.
Ópera Pánica
Es una puesta en escena y acto psicomágico colectivo, creado en colaboración con Iris, Cristobal y Alejandro Jodorowsky.
“Esta misma ópera en los años 70 marcó el inicio de una de las vanguardias latinoamericanas más transgresoras y a la vez desconocidas: el movimiento Pánico, creado por Alejandro Jodorowsky y poetas nicaragüenses”.
La creadora de este concepto explica que “surge de la rebelión de nosotros los inconformes con ir a sentarnos a ver Shakespeare y Brecht o Tennessee Williams por milésima vez en una tierra del parnaso y abundancia literaria de América Latina; surge del total desacuerdo con vender el alma del teatro por reconocimiento, vanagloria o apoyo institucional produciendo obras desechables y comerciales… Surge de una serie de antiguas convicciones ya olvidadas y nuevas que se adaptan a la realidad como por ejemplo: el teatro como un servicio, el teatro como un templo, el teatro como un sistema de autodefensa política”.
Afirma que lo que lo diferencia de los demás teatros es hacer de éste un hogar. “No somos los únicos, pero definitivamente somos minoría. Una minoría que defendería con la vida el teatro en el que cree, una minoría para quienes el teatro es un hogar, un lenguaje común, una filosofía de vida. Si dejáramos de hacerlo o traicionamos nuestras convicciones o nuestro pulso dejaría de latir.
Por eso consideran que el Lúcido es único y lo cuidan tanto. “Cualquiera de las experiencias del Teatro Lúcido -El Bestiario, la Ópera Pánica, el Taller de iniciación al teatro para no actores, entre tantas otras- será definitivamente inusual para los invitados por ejemplo: Entrar a ver una obra a las 20:00 horas y salir a las 8:00 de la mañana, acabar enterrado en el escenario luego de un acto psicomágico colectivo que no estaba preparado, conocer a tu pareja (una situación mucho muy frecuente), tener la opción de ver la obra tirado en una cama o sumergido en una tina de agua con nenúfares”.
Dice que la labor no ha sido fácil, pero la respuesta del público ha sido mejor de lo que esperaba.
“El reto es sostenerlo por nuestros propios medios, no olvidar por qué hacemos lo que hacemos, mantener los pies en la tierra y el alma en la estratosfera y los mil y un retos cotidianos de un pequeño teatro clandestino gestionado por poetas.
“En términos de Herman Hesse, quienes compartimos la búsqueda del teatro solo para locos somos: Coral De la Vega, Rodrigo del Río, Natalia Plascencia, Helena Puig, NikolaSotnikoff, Gustavo Pineda, Medin Villatoro, Marisol CalYmayor, David Calderón, Luis Alberti, Emiliano Riveros, Diego Vázquez, Elías Toscano, Estefanía Hinojosa, Lakshmi Picazo, Mauricio Rico, Sergio Villaescusa, RomanniVica, Juan Ugarte, Lila Pop, NadjibAchaibou, José Luis Badalt, Said Sandoval, Dalia Xiucoatl y Aldo de la O”.
La directora hace un llamado a abrir nuestra mente en una época marcada por el aburrimiento y la inmediatez. E invita a atestiguar la “bestial” interpretación de Rodrigo del Río de Carta a una señorita en París o la “electricidad” de la mirada de Coral De la Vega en La Jaula, o el diálogo consigo mismo del maestro Nicolas Sotnikoff.
“El público mexicano está pidiendo a gritos, rugidos y aullidos este tipo de espectáculos. Ven al Bestiario y lo escucharás toda la noche con tus propios oídos”.
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