Google Maps anunció un cambio significativo en la forma en que muestra los nombres del Golfo de México en su plataforma. Según la empresa, dentro de Estados Unidos, la región será nombrada “Golfo de América”, cumpliendo con una orden ejecutiva emitida durante la administración de Donald Trump. Este cambio ha generado un debate sobre el impacto político en las herramientas tecnológicas y la neutralidad de las plataformas digitales.
Google explicó que esta modificación responde a su política de reflejar los nombres oficiales que provienen de fuentes gubernamentales en cada región. En México, el nombre se mantendrá como “Golfo de México”, mientras que en otras partes del mundo se mostrarán ambas denominaciones. Este ajuste no solo ha llamado la atención de usuarios, sino que también ha desatado críticas sobre el papel de la tecnología en reforzar narrativas políticas y económicas.
La decisión coincide con la creciente polémica sobre la exploración y producción de combustibles fósiles en la región, un tema ampliamente discutido por expertos y medios de comunicación. La reportera Laura Bueno, de Noticias 45 Houston, analizó las implicaciones económicas y ambientales que subyacen detrás del cambio de nombre, vinculándolo con el interés de Estados Unidos por reforzar su influencia en el sector energético.
En otro ámbito relacionado con el contexto político y social, Selena Gomez expresó en sus redes sociales su preocupación por la deportación de mexicanos y el trato hacia los migrantes. “Toda mi gente está siendo atacada, los niños. No entiendo. Lo siento tanto, desearía poder hacer algo, pero no puedo”, escribió la cantante, mostrando empatía y frustración ante la situación. Su mensaje ha tocado a miles de seguidores y reavivado la discusión sobre el papel de las celebridades en temas de justicia social.
El cambio en Google Maps y las palabras de Gomez reflejan dos caras de un mismo fenómeno: la influencia de las decisiones políticas en aspectos tan cotidianos como la geografía digital y las tensiones migratorias. Mientras tanto, el público sigue debatiendo hasta qué punto estas acciones tienen el poder de generar un cambio real en los sistemas que las provocan.